domingo, 31 de enero de 2010

El héroe de dos mundos


1836 – GIUSEPPE GARIBALDI EN GUALEGUAY

Para muchos Giuseppe Garibaldi se acerca más a la figura de un aventurero o de un mercenario, aunque en contraposición a ellos, gran parte de la población gualeya lo recuerda como un hombre de carácter libertario, socialista y republicano. Es justamente esta comunidad que supo proteger su vida, la que agradece su paso por allí, interpretando esto como un hito en la historia del pueblo, recogiendo un significado vinculado estrechamente con el resurgimiento italiano, por una sencilla razón, que hasta el propio héroe señaló en su autobiografía, la supervivencia lograda gracias al invalorable sostén y apoyo de los habitantes de este terruño, donde aún hoy perduran huellas intactas de su paso, entre ellos numerosos elementos como el catalejo que usaba en su barco, el recado para cabalgar y la cumbrera del rancho dónde fue torturado. Pero lo que emociona verdaderamente cuando se llega a esta sencilla ciudad entrerriana es la actualidad de los recuerdos entre los vecinos, transformados en anécdotas transmitidas entre las familias. Incluso se señala la versión que indica la posible existencia de un descendiente directo no reconocido.
Siendo Comandante de la escuadrilla de Río Grande, llega a las proximidades de Maldonado- en el Estado Oriental- buscando víveres para reabastecerse. Confía en la simpatía de los gobernantes de Montevideo y Buenos Aires hacia la causa separatista de Río Grande. Se equivoca. Naves uruguayas lo atacan y resulta gravemente herido: una bala le atraviesa el cuello, sin orificio de salida. Ante la difícil situación el Contramaestre Luis Carniglia toma el mando de la goleta Farroupilha y enfila hacia el Río Paraná, para ponerse a salvo de posibles persecuciones. Llegan a Gualeguay donde las autoridades locales incautan su embarcación y detienen a la tripulación dándoles "el pueblo por cárcel".
Garibaldi es hospedado por el comerciante español don Jacinto Andreu y operado por el doctor Ramón del Arca. Al cabo de dos meses, ya repuesto de la herida, el corsario participa de la vida social de Gualeguay. Allí aprende a montar. Pero continúa prisionero. Rosas, encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación, no resuelve su situación. Transcurren 6 meses hasta que aconsejado por sus nuevos amigos resuelve fugarse. Es descubierto y apresado. El Comandante Millán lo somete a torturas haciéndolo colgar por las muñecas en la cumbrera de un rancho, al desmayarse, es colocado en el cepo. El vecindario, indignado, actúa pronto en su defensa. El Gobernador Pascual Echagüe ordena su traslado a Paraná y dos meses después lo deja en libertad.

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